LAS ACTIVIDADES TURÍSTICAS (BLOQUE 9).

 
Características de la oferta turística española y tipos de turismo.
Principales áreas turísticas en España.
Significado y consecuencias de las actividades turísticas.
 

Conceptos

- El turismo es la actividad que im­plica un desplazamiento temporal de residencia con unos objetivos de ocio (cultura­les, recreativos, etc). La condición de turista en España la adquieren todos aquellos que pernoctan al menos una noche y tienen una estan­cia superior a 24 horas. Los excursionistas no pernoctan, su estancia es inferior a 24 horas.
- Los tour-operadores son empresas mayoristas que integran todas las fases del negocio turístico (contratan hoteles y transportes y controlan los precios, los gustos y las decisiones de sus clientes).
En el siglo XIX el turismo era una actividad elitis­ta propia de aristócratas o burgueses adinerados. Sin embargo, desde los años sesenta del siglo XX se ha convertido en un fenómeno de masas, pro­duciéndose un gran incremento de visitantes (turistas y excursionistas).
1. FACTORES DEL DESARROLLO TURÍSTICO ESPAÑOL
Desde la década de los 60, España ha experimentado un gran desarrollo en este sector y hoy es una de las grandes potencias del mundo, tanto por el número de turistas extranjeros que visitan nuestro país como por los ingre­sos aportados por esta actividad.
El auge turístico español en los años 60 estuvo motivado por factores externos e internos.
a) Los factores externos: 
- El crecimiento económico de Europa occidental y septentrional tras la II Guerra Mundial. El incremento del poder adquisitivo de la clase media europea aumentó su capacidad de consumo y le permitió viajar más lejos para pasar su tiempo de ocio. Este hecho se vio favorecido por la en­trada en vigor de la legislación de vacaciones pagadas para las clases traba­jadoras.
- El progreso del transporte facilitó el traslado, ya que se redujo el precio del avión, mejoró la red de ferrocarriles y carreteras y se generalizó el uso del automóvil.
b) Los factores internos: 
La proximidad geográfica de España, las excelentes condiciones climáticas y paisajísticas, la calidad de las playas, el atractivo cultural (monumentos, tradiciones, gastronomía), el bajo coste por la devaluación de la peseta, el apoyo del Estado a esta actividad (financiar la industriali­zación y equilibrar el déficit comercial). La aparición de grandes complejos hoteleros y agencias de viajes.
En la actualidad algunos de estos factores no tienen la misma importancia, y adquieren relevancia otros como: la consolidación de una amplia demanda interna, la calidad y la diversidad de la oferta, la disponibilidad de recursos humanos cualificados, la mejora de las infraestructuras de transporte, la promoción (estatal, autonómica y local) y la inestabilidad política en zonas competidoras (los Balcanes y los países musulmanes del norte de África).
2. EL MODELO TURÍSTICO TRADICIONAL

El modelo turístico de los años 60 se caracteriza por una abundante oferta, dirigida a una clientela de poder adquisitivo me­dio o medio-bajo, alojada mayoritariamente en hoteles y apartamentos de categoría intermedia en zonas de sol y playa. Alta dependencia de los tour-operadores internacionales, por lo que buena parte del gasto total de los turistas queda fuera de España.
a) La oferta turística
Está integrada por los que venden el producto (las instituciones que lo promocionan y las agencias de viajes) y por las instalaciones turísticas, que cubren las necesidades de alojamiento, manutención y recreo de los turistas (hostelería).
La oferta de alojamiento es muy amplia y se concentra en el litoral mediterráneo e insular, aunque en los últimos años ha crecido la oferta de alojamientos rurales en el interior.
- Los establecimientos hoteleros (hoteles, hostales y pensiones) con más de un millón de plazas, constituyen la tercera planta hotelera mundial tras EEUU e Italia. Los establecimientos extrahoteleros (camping, apartamentos y se­gundas residencias) cuentan con más de 10 millones de plazas.
- La oferta de manutención incluye los servicios de restauración (res­taurantes), cafeterías y bares.
- En la oferta de recreo destacan los par­ques temáticos, los parques acuáticos, los clubes hípicos, campos de golf, instalaciones náuticas y establecimientos relacionados con el ocio nocturno.
b) La demanda turística
La demanda turística estuvo dominada inicialmente por el turismo ex­tranjero. Sin embargo, en la actualidad, la demanda nacional desempeña un destacado papel.
- La demanda internacional ha crecido desde finales de la década de los 50, salvo breves paréntesis coincidentes con etapas de crisis, como las de 1975 y 1993. Desde la entrada de España en la CEE el número de visitantes ha aumentado notablemente, alcanzando los 75,7 millones en 2001. En su mayor parte proceden de Europa occi­dental y del norte y son, sobre todo, alemanes, británicos, franceses, del Benelux, italianos y portugueses. El turismo extranjero es mayoritaria­mente estival, se dirige principalmente a zonas de sol y de playa de Baleares, Canarias y Cataluña, seguidas de Andalucía y la Comunidad Va­lenciana. Es el principal cliente de las plazas hoteleras.
- La demanda nacional fue aumentando desde la década de 1960, a medida que crecía el nivel de vida del país. Procede de las zonas más industrializadas (Madrid y Cataluña) y se reparte mejor a lo largo del año, presentando una menor polarización (en verano acude también a las costas del norte y a pueblos del interior). Elige como destinos preferentes las co­munidades del litoral mediterráneo (Andalucía, Comunidad Valenciana y Cataluña) y, tras ellas, las comunidades del interior peninsular (ambas Castillas y Madrid). Durante el verano son los principales ocupantes de la oferta extrahotelera.
- La excesiva estacionalidad de la demanda es uno de los principa­les problemas del turismo español. La demanda principal coincide con las vacaciones de verano (temporada alta), salvo en las estaciones de esquí, donde la temporada alta es el invierno, y Canarias, donde no hay realmente temporada baja.
La mayor estacionalidad la presenta el turis­mo extranjero, que en un 80% toma sus vacaciones entre junio y sep­tiembre
. El turismo nacional concentra sus vacaciones en agosto, aun­que se han incrementado los desplazamientos de fin de semana y puentes, que suponen casi la mitad de las pernoctaciones hoteleras a lo largo del año. La concentración de la demanda en unos pocos meses causa un exceso de utilización estacional de las infraestructuras, con la consiguiente pérdida de calidad y problemas medioambientales. La escasa utilización durante el resto del año, dificulta la amortización del capital invertido.

3. LA CRISIS DEL MODELO TRADICIONAL.

a) Las causas de la crisis
Aunque el número de turistas y los ingresos que proporcionan siguen creciendo, desde 1989 puede hablarse de crisis o agotamiento del mo­delo turístico tradicional. Las causas son: ­
- El predominio del turismo de nivel medio-bajo.
- La oferta turística se enfrenta al en­carecimiento de los precios sin una mejora equivalente de la calidad, la acusada estacionalidad y la competencia de otros países mediterráneos y del Es­te de Europa.
- Dependencia de los tour-operadores internacionales que de­mandan más calidad a precios más bajos.
- El deterioro medioambiental y las alteraciones paisajísticas de algunas zonas turísticas.
b) El turismo alternativo y la nueva política turística (solución a la crisis del modelo tradicional)
Estos problemas exigen una reconversión y renovación del sector que debe basarse en una política de ordenación territorial. La planificación debe hacerse a escala autonómica y pormenori­zarse a nivel local.
Esta política turística se plantea los siguientes objetivos:
- Potenciar el turismo de calidad (de alto poder adquisitivo), crean­do buenas infraestructuras, modernizando las instalaciones, mejorando la cualificación profesional, y cuidando el medio ambiente.
- Mejorar la oferta turística con una mayor variedad que acabe con la estacionalidad, los dese­quilibrios regionales y la competencia de otros países, fomentando nue­vas modalidades de turismo (el turismo de la tercera edad, el turismo deportivo, el turismo rural, el ecoturismo y el turismo urbano (cultural y el de congresos y convenciones).
- Disminuir la dependencia del exterior mediante la creación de tour-operadores nacionales, tanto en el mercado interno como en el externo.
- Compatibilizar el desarrollo del turismo con la calidad me­dioambiental (desarrollo sostenible). A ello ha contribuido la actitud de los turistas extranjeros, que aprecian cada vez más la cali­dad del entorno, el aumento de la conciencia medioambiental en Es­paña y la competencia de otras áreas turísticas.

4. LAS ÁREAS TURÍSTICAS Y SU TIPOLOGÍA

Las áreas turísticas son los espacios que cuentan con una elevada afluencia de turistas, tanto extranjeros como nacionales. En España, las densidades más altas corresponden a las zonas de turismo de sol y pla­ya de Baleares, Canarias y el litoral mediterráneo peninsular. También se incluye Ma­drid, que recibe un importante turismo cultural. Le siguen en importan­cia, las áreas con densidades medias de las costas del noroeste y norte peninsular y las del interior de las comunidades de Cataluña, Valencia y Andalucía.
Junto a estas grandes áreas existen puntos turísticos aislados basados en atractivos diferentes, como las estaciones de esquí, el turismo rural, y algunas ciudades históricas del interior (Salamanca, Segovia, etc.).
Todas estas áreas, de acuerdo con su uso, pueden clasificarse en áreas turísti­cas de temporada, con estacionalidad superior a la media (Cataluña y Baleares) y de áreas de turismo estabilizado o áreas especialmente turísticas, bien por las estancias prolongadas (Canarias, Málaga, Alicante), o bien por visitas puntuales relacionadas con su patrimonio histórico (Granada, Córdoba, Sevilla, Toledo).
a) Las áreas turísticas de sol y playa
Son las islas Baleares y Canarias y la costa mediterránea peninsular. Tie­nen en común recibir una importante afluencia turística basada en sus características climáticas y sus playas. Presentan diferen­cias notables basadas en los siguientes aspectos:
- La accesibilidad. La mayor o menor existencia de buenas comunicaciones aéreas y por carretera con las zonas de procedencia de los turistas.
- El modelo de ocupación del espacio. En unos casos los aloja­mientos turísticos se integran en la estructura urbana preexistente (Benidorm y Torremolinos). En otros casos, se crean nuevos asentamientos que son el resultado de operaciones inmobiliarias, integrando en un mismo espacio alojamientos, áreas comerciales, equipamientos recreativos y deportivos (Novo Sancti Petri en Chiclana de la Frontera).
- El tipo, calidad y clientela de los alojamientos. El predominio de establecimientos hoteleros o extrahoteleros, de modelos extensivos de baja densidad o intensivos en altura, de categoría alta o medio-baja, de clientela nacional o extranjera, también diferencia unas áreas turísticas de otras.
b) Otras áreas turísticas
Desde la década de 1990, se ha intensificado la difusión espacial del tu­rismo debido a los siguientes factores:
- El aumento del turismo de proximidad generado por las grandes aglomeraciones urbanas, tanto en el interior como en el litoral.
- Las áreas rurales del interior utilizan el turismo como estrategia de desarrollo y diversificación económica.
- La necesidad de reestructurar los espacios litorales tradicionales ha su­puesto la incorporación al turismo de la zona prelitoral.
- El deseo de calidad y de nuevos atractivos por parte de la de­manda.
De esta forma, se han configurado otras áreas turísticas basadas en factores distintos:
- Madrid, la capital del Estado, apenas posee estacionalidad y alberga una importante oferta hotelera destinada al turismo cultural y a un cre­ciente turismo de congresos y convenciones.
- El litoral gallego y cantábrico ofrece áreas costeras e interiores no saturadas y destacados paisajes rurales y naturales.
- Los centros de turismo rural creados a partir de programas de apoyo al desarrollo rural, incluyen alojamiento privado y una oferta de ac­tividades de ocio relacionadas con la naturaleza.
- Las estaciones de esquí, basadas en el turismo de nieve, han surgido en diversos sistemas montañosos, sobre todo en Sierra Nevada y el Pirineo de Huesca y Lleida.
- Las ciudades históricas y artísticas permiten un turismo cultural de visita a museos y monumentos, así como recorridos por los centros his­tóricos (Toledo, Segovia, Granada, etc.). Predominan las estancias cortas.

5. EL IMPACTO ESPACIAL DEL TURISMO

El turismo ocasiona importantes impactos territoriales en las áreas re­ceptoras.
Repercusiones demográficas
- En las áreas litorales, el turismo incrementa la población, en unos casos con jóvenes que acuden en busca de trabajo y en otros con población adulta o de la tercera edad procedente de las zonas más desarro­lladas de España o del extranjero, que se establece de forma permanente por motivos terapéuticos, de ocio o empresariales. Además, aumenta la po­blación empleada en el sector terciario y en la construcción.
- En las áreas rurales ha permitido en algunos casos frenar el despo­blamiento y ha estimulado la revitalización de la artesanía y las tradicio­nes populares.
Repercusiones en el poblamiento
- En el litoral, el turismo contribuye a la creación de nuevas estructuras de poblamiento, como la consolidación de conurbaciones en amplios tramos costeros. También ha provocado una alta densidad de la edificación y la especulación del suelo.
- En algunos espacios rurales y urbanos ha colaborado a la rehabili­tación del patrimonio.
Repercusiones económicas
- El turismo crea empleo, pues exige un importante contingente de mano de obra para realizar tareas que no pueden mecanizarse. El turismo de­manda mano de obra poco cualificada, que es la más afec­tada por el paro. Sin embargo, gran parte de este empleo es estacional.
- Ejerce un efecto multiplicador sobre otras actividades económicas (transporte y comercio).
- Aporta aproximadamente el 12% del PIB, siendo uno de los principales pilares de la economía española.
- Compensa la balanza comercial y frena el endeudamiento externo (En 2001 el turismo financió el 85,1% del déficit de la balanza comercial).
- Influye en la política de transportes, que se ha orientado a dotar de buena accesibilidad a los núcleos turísticos. El turismo ha sido determi­nante en la creación de la autopista del Mediterráneo, que une las áreas receptoras a las emisoras europeas. También ha contribuido a desarrollar y modernizar la red de aeropuertos. Asimismo, ha aumentado la capacidad portuaria para embarcaciones recreativas y deportivas, que es uno de los mayores atractivos para el turismo de más poder adquisitivo.
Repercusiones culturales y sociales
- El turismo fomenta el acercamiento de los pueblos y el contacto entre culturas.
- Influye en los modos de vida de la sociedad local, en unos casos en sentido negativo (pérdida de costumbres y señas de identidad propias) y en otros positivamente (estimulando el cambio y la modernización).
- Afecta a la calidad de vida de los residentes cuando la masificación conduce a la saturación de los servicios e infraestructuras.
Repercusiones en la ordenación del territorio
a) En las áreas más turísticas el turismo ordena los espacios pró­ximos en función de sus necesidades, convirtiéndolos en superficies re­creativas (complejos deportivos, parques de atracciones) o en áreas de servicios, donde se instalan los abastecimientos básicos (agua, ali­mentos). Sus consecuencias son: alteraciones en el medio y en el paisaje, conflictos por el uso del suelo y de los recursos, etc.
b) En los puntos de Interés turístico los centros históricos se especia­lizan en actividades al servicio del turista (artesanía local, esta­blecimientos de alojamiento y de restauración), al tiempo que sus perife­rias reciben segundas residencias y hoteles para satisfacer la demanda.
c) En las áreas rurales el turismo puede crear conflictos con otras acti­vidades y fomentar el abandono de la actividad agraria.
Repercusiones medioambientales
Provienen del fuerte desarrollo del sector en poco tiempo, en un espa­cio reducido y en un momento en el que todavía no estaba extendida la preocupación medioambiental. Las consecuencias fueron el levanta­miento de grandes bloques de apartamentos y hoteles junto a las playas, la urbanización incontrolada en espacios naturales de gran valor, la con­taminación de playas y bosques, etc, que exigen actualmente políticas de protección y rehabilitación.